Martes, 28 de Marzo de 2023
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El famoso bandolero José María 'El Tempranillo' se acerca a Gibraltar

  • El Tempranillo en un grabado de John Frederick Lewis (Londres, 1834)
    El Tempranillo en un grabado de John Frederick Lewis (Londres, 1834)
    Historia

    Fue un bandolero amado y odiado con la misma intensidad. Capaz de asaltar en la serranía y de unirse a las fuerzas liberales alzadas contra el absolutismo. Aunque no fue su habitual zona de acción, se sabe que José María El Tempranillo se trasladó hasta el Campo de Gibraltar y tomó contacto con los revolucionarios del general Salvador Manzanares, refugiado en el Peñón. En febrero de 1831 prestó apoyo al desembarco en la comarca del conocido militar, poniendo sus hombres a disposición de la causa constitucionalista. 

    El Tempranillo formaba parte de esos personajes que protagonizaron buena parte de la vida social en la primera centuria del siglo XIX,  y que, en muchas ocasiones, aparecen desdibujados a la luz de los estudiosos de esta cuestión. Algunos de ellos eran hombres que habían escrito páginas gloriosas en la Guerra de la Independencia.

    Pero a  José María no sólo se le relaciona con el área campogibraltareña por el hecho reseñado de su colaboración con Manzanares, sino por otras citas en las que se le sitúa en Gibraltar o sus proximidades por asuntos que tienen que ver con el contrabando.  

    En este sentido, se cuenta la anécdota que, en cierta ocasión, cuando algunas esposas de oficiales de la guarnición inglesa lucían pantalones por las calles de San Roque se encontraron con el famoso bandolero, en la de San Felipe. Éste las invitó «cortésmente» a que se desprendieran de tan novedosa prenda para llevársela a su compañera para hacerla reír. 

    Pero además de ello, a José María se le sitúa, aproximadamente, en San Roque en 1833, según el investigador Gil Molina. La partida del bandolero llegó hasta el cortijo de Mojones Blancos, en las proximidades de Guadiaro, propiedad de José María de Sola Torres, y exigió que a la noche siguiente fuese llevado a lo más alto del puerto del Higuerón, dos talegas conteniendo cien onzas de oro cada una. El encargado del cortijo marchó para San Roque, donde informó a su propietario, quien decidió cumplir lo ordenado por el bandolero, pero llevando él mismo el dinero.

    Llegó a lomos de su caballo al lugar y hora indicada por los hombres de El Tempranillo. A su encuentro salieron cuatro bandoleros que le encañonaron con sus trabucos. Uno de ellos lanzó un silbido, y se acercó un caballo conducido por José María, quien se sorprendió al ver al propio dueño del cortijo. «Estoy aquí porque sé que El Tempranillo no mata a nadie si se le da lo que pide», le habló el hacendado. El bandido dirigiéndose a sus hombres, les dijo, «Muchachos, como don José María de Sola ha demostrado ser valiente, os propongo que en vez de llevarnos las doscientas onzas, no nos llevemos más que cien».



    ITI - CAMPAÑA EXTENDA
    ITI - CAMPAÑA EXTENDA


    El propietario exigió que se llevasen la totalidad del dinero, pero con la promesa de que se alejasen del término de San Roque, y no inquietasen ni a propietarios ni colonos. El Tempranillo, que era un hombre de palabra, aceptó la propuesta. Como señala Molina, pasaron los meses y no se volvió a ver más por el término la mencionada partida. 

    La palabra dada por el bandolero tenía un profundo significado y era tenida por «sagrada» entre el pueblo llano. Según el escritor José Antonio Gómez Marín: «la aceptación del bandolero como héroe por parte del pueblo, es decir, el mito campesino, tiene, en principio, una explicación que, para llamar las cosas con su nombre actual, habría que designarse como sublimación. La comunidad campesina sublima su impotencia en la vigorosa imagen del rebelde que no pasa por el aro e impone su propia ley sobre la ley impuesta».

    En cuanto a El Tempranillo, el cronista oficial de la villa de Alameda (Málaga) José Antonio Rodríguez, después de larga investigación encontró, en 1999, en el Archivo Municipal de Antequera, un documento que rompía todas las hipótesis hasta entonces sostenidas sobre la muerte del famoso bandolero. Se trataba de un informe elaborado en su día por el sargento Agustín Bartolo para su superior, el capitán Trayesi, con el propósito de darle cuenta oficial de lo acaecido en el cortijo donde hirieron a El Tempranillo, y en el que no aparecía el nombre del que siempre se ha asegurado como su asesino, Barberillo, un bandolero de su propio grupo.       

    Esta tesis aportada exponía que«el bandolero fue herido de dos tiros por un grupo de presos en el cortijo Buenavista, situado a kilómetro y medio de Alameda, y desde donde El Tempranillo fue trasladado al Parador de San Antonio, ubicado en el Camino Real entre Málaga y Sevilla, donde murió el 22 de septiembre de 1833». Contaba veintiocho años de edad.

    Los presos que le hirieron se habían fugado del grupo en el que eran trasladados desde el penal de Córdoba hasta el de la isla de Alhucemas, en la costa norteafricana, y se refugiaron en la sierra de Camarra.

    Hasta entonces la muerte del famoso bandolero, y en aquel momento reconvertido a agente del orden, se había ubicado en lugares tan distintos como la Sierra de Ronda (Málaga) o Despeñaperros (Jaén), entre otros.