Martes, 30 de Mayo de 2023
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‘Campo de Gibraltar, la miseria repetida de la guerra’

  • ‘Campo de Gibraltar, la misera repetida de la guerra’
    Lámina del siglo XIX (Biblioteca Nacional). FOTO NG
    Historia

    Asistimos con enorme preocupación a los acontecimientos de actualidad producidos por la invasión de Ucrania por la Rusia de Putin, así como a los efectos en la economía global. No es nada nuevo en la historia del mundo, aunque en los tiempos actuales resulte más incomprensible que nunca..
    Ya es historia pero también las poblaciones de la comarca sufrieron directamente los rigores de la guerra. También una invasión, la llevada a cabo por las fuerzas imperiales de Napoleón, llevó al empobrecimiento de las ciudades.

    Las localidades comarcanas hacían rogativas públicas para la salvación del país, mientras que la escasez y los altos precios se hicieron presente. A ello se unía la inseguridad ante las incursiones de los franceses, que obligaba al refugio de los vecinos y al esfuerzo extremo en la contribución de guerra. En otros artículos me he referido a ello, pero baste recordar la imposición de los invasores para la entrega de zapatos, artículo que hubo de fabricarse a todo gas. 

    Ocurrió en San Roque, donde lo mismo había que surtir al enemigo de caballería y alimentos, que fabricar cartuchos de cañón para el ejército cuando ya no estaban los invasores en las calles. Cuarenta se hicieron en la casa de Francisco Aranda, frente a la ermita de San Felipe, por el sastre Francisco España, y en el tiempo récord de ocho horas. En 1811 los alimentos más imprescindibles comenzaron a escasear y a subir de precio en las ciudades de Algeciras, Los Barrios y San Roque.

    En esta última localidad, en el mes de marzo, se adoptaban medidas utilizando la reserva de cereal: “la alteración que día a día va tomando el trigo y que, consiguientemente a ello, se nota la falta de pan, de lo que puede ocurrir algún escándalo, acuerda que inmediatamente se muelan 100 fanegas de trigo de las del Repuesto del Pósito y traiga harina de su panera, de la que se suministre si hubiere falta, la que sea necesaria para el abasto de las panaderías”.
    Los ayuntamientos tomaron iniciativas para detectar a los acaparadores de trigo, que creaban graves problemas en el abastecimiento. El abastecimiento de aceite pasaba por idénticas dificultades y los precios del vino, vinagre, longanizas y morcillas se dispararon. 





    Esta circunstancia repercutía en los combatientes. Los que se hallaban en vanguardia a cargo del comandante de armas, Francisco Ignacio Cepeda, comenzaban a tener graves problemas. Cepeda manifestó por escrito, “no tener absolutamente pan que darle a la tropa, que ayer estuvo sin ración, y antes de ayer a media”. También se lamentaba de no contar con grano para la caballería destacada en La Línea y Guadiaro.

    En ese año y a lo largo del siguiente de 1812, se hicieron habituales las peticiones de cobro de los civiles armados. José Pisano reclamaba los gastos de mantenimiento de cuatro hombres que vigilaban al enemigo en Gaucín, Jimena y Guadiaro, así como el aguardiente que había proporcionado para los que hicieron frente a los franceses en el puerto de las Azucenas

    La economía de los municipios era dramática. Como ejemplo, a principios de abril, el Ayuntamiento de San Roque recibió con preocupación el escrito de los hermanos mayores encargados del Hospital de Caridad, sobre la carencia absoluta de fondos para sostener la lactancia y crianza de los niños expósitos allí acogidos. Se les adeudaba 9.732 reales, de los que sólo pudo abonarse 4.000. Al resultar insuficiente, se gravaron algunos arbitrios de consumo.

    La crisis económica provocada por la guerra había postrado a los municipios. En San Roque, aparte del saqueo de la población por los enemigos, los imperiales se habían llevado de la caja municipal 35.540 reales. A ello había que unir las contribuciones forzosas establecidas a cada ayuntamiento para sostener la guerra. San Roque tenía que afrontar un abono de 60.000 reales y otro traducido en alhajas de oro y plata.