Viernes, 1 de Diciembre de 2023
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Campogibraltareños en la histórica Asamblea Regional de Córdoba (I)

  • A noventa años de su celebración

    El político republicano y andalucista Antonio Galiardo. Foto: Archivo familiar
    El político republicano y andalucista Antonio Galiardo. Foto: Archivo familiar
    Historia

    El andalucismo intentará de nuevo acceder al Congreso -después de un largo período de ausencia- con una exclusiva candidatura por la provincia gaditana, justo en el año que se conmemora la histórica Asamblea Regional Andaluza de 1933. Un encuentro que contó con participación campogibraltareña.

    Hasta su participación en este encuentro, celebrado en el Círculo de la Amistad de Córdoba, Antonio Galiardo Linares, concejal y luego alcalde de la ciudad durante la II República, no había adquirido un decidido compromiso con el andalucismo.

    En este sentido, la preparación de la Asamblea Regional de Córdoba no levantó especial entusiasmo en el Ayuntamiento sanroqueño, según se desprende de la sesión celebrada el 11 de abril de 1932, cuando se trataba de las reuniones preparatorias. Opinión que no tardaría en cambiar, gracias a que el político sanroqueño, abogado de profesión y militante de Izquierda Republicana, se interesara por la actividad de Blas Infante, de cuyo contacto nacería una clara apuesta en la lucha por una Andalucía autónoma. En Galiardo tiene el Campo de Gibraltar su más decidido andalucista de la época republicana.

    Junto al también edil sanroqueño de su mismo partido, Leocadio Rico Campuzano, representó del 29 al 31 de enero de 1933, al municipio sanroqueño en la Asamblea Regional Andaluza de Córdoba, uno de los hitos en la lucha por el Estatuto de Autonomía. Asimismo, la comarca contó con el diputado linense Adolfo Chacón de la Mata.

    Galiardo, entusiasmado, enviaría a su primo Emilio Cano Linares, secretario municipal, una tarjeta postal con la imagen del popular Cristo de los Faroles, escribiendo lo siguiente:

    “Al querido primo Emilio, futuro andalucista en actividad, pues románticamente lo es. Recuerdo de uno de los rincones más emotivos de califas y rafaeles visitada por mí a los veinte años de no verla, con motivo de la Asamblea andalucista de enero de 1933. Lástima grande que la emoción de esta misteriosa imagen alumbrada por sus farolas de aceite y trémulas candelas de exvotos, se vea atenuada por los irreverentes haces de luz de las farolas municipales. Si el primo llega a ministro de cosas del arte del Cabildo andaluz, pondrá remedio”.  





    De Córdoba trajo un ejemplar del libro de Blas Infante Ideal Andaluz y el obsequio para su hijo José de una camiseta del Real Betis Balompié, cuyos colores son los de la bandera andaluza.

    Unos años más tarde, tras retomarse la cuestión de las autonomías bajo el gobierno del Frente Popular, retornó el proyecto autonómico andaluz. El 30 de junio de 1936, en el ejercicio de diputado provincial del Frente Popular, Galiardo presentó una propuesta en la sesión celebrada por la Diputación gaditana, en relación a la consecución del Estatuto. Según recoge el acta de aquella reunión, el ya alcalde sanroqueño, señaló que, “la Junta Liberalista de Andalucía y como alma de ella, el gran ciudadano Blas Infante, con el que la República está en deuda de gratitud, que algún día habremos de saldar, invita a todos los andalucistas a preparar las tareas de la próxima asamblea, que habrá de celebrarse para tratar asuntos de tan vital importancia y trascendencia, como es el indicado Estatuto”.

    Galiardo finalizó proponiendo una campaña de “agitación andalucista para que se cree ambiente y éste sea de carácter general”.

    La Diputación de Cádiz lo nombró su representante a la asamblea prevista para el mes de septiembre.

    El político local se unió a la iniciativa de Blas Infante dentro de Acción pro Estatuto Andaluz.

    El último pleno del Ayuntamiento sanroqueño, antes del inicio de la guerra civil, celebrado el 6 de julio de 1936, trató sobre un escrito de la Diputación Provincial de Sevilla en torno al proyecto de Estatuto y la asamblea prevista en dicha ciudad, a la que Galiardo estaba llamado a participar. Desgraciadamente, sólo existe el orden del día de la convocatoria, pero no el acta de dicha sesión. Días más tarde se produciría la rebelión militar y el proyecto de Estatuto no pudo ser llevado a cabo, como con anterioridad lo había sido el catalán, el vasco y el gallego.




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