Martes, 5 de Diciembre de 2023
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Incursiones aéreas sobre Gibraltar y la comarca en vísperas de guerra

  • Vigilancia mutua de los dos ejércitos

    Gibraltar y buques británicos en la bahía en 1939. Archivo del autor
    Gibraltar y buques británicos en la bahía en 1939. Archivo del autor
    Historia

    La concentración de fuerzas aéreas británicas en Gibraltar, en los meses previos al inicio de la II Guerra Mundial, hizo que se produjesen diferentes violaciones del espacio aéreo español. Del mismo modo, en más de una ocasión aviones del nuevo gobierno de Madrid, hicieron lo propio sobre el Peñón.

    A menos de un mes de la finalización de la guerra civil española se constató uno de estos incidentes. El 26 de abril de 1939, un hidroavión sobrevoló en repetidas ocasiones la vertical de la batería situada en Punta Carnero, en la costa de Algeciras. De ello pidió disculpas el gobernador de la colonia, Edmundo Ironside.

    Durante el verano volvieron a producirse los roces entre las autoridades militares de ambos lados de la frontera. El 24 de julio un Junquers pasó cerca de Gibraltar. Según el mando de la batería antiaérea del cerro de Adalides, en Algeciras, se trataba de un avión correo de nacionalidad alemana. Y el 31 de julio otro de estos aparatos había sobrevolado el Peñón, habiendo partido desde Ceuta en dirección San Roque.

    La situación se fue tensando cuando en la noche del día 5 de junio un hidroavión voló sobre La Línea, iluminado por reflectores de Gibraltar.

    La rapidez del vuelo impidió hacer disparos de aviso, según informó el Gobierno Militar de la comarca, que se apresuró a comunicar las quejas por teléfono a las autoridades británicas.

    El Secretario Colonial anunció la apertura de una información sobre el hecho, pero recordó que el día anterior tres aviones españoles sobrevolaron Gibraltar, sin que se diese importancia ni se presentara protesta alguna por parte británica.

    En este caso, el incidente fue reconocido por el Gobierno Militar del Campo de Gibraltar, ya que desde las baterías antiaéreas propias se había observado a tres aparatos Caproni elevándose a dos mil metros sobre la plaza gibraltareña.

    En su informe a las autoridades superiores de Sevilla, el gobernador en la comarca lamentaba que este incidente restaba autoridad a la protesta española por la presencia del hidro sobre La Línea.





    Solicitada información al jefe de la Base Aérea de Tetuán, éste sostuvo que en ella no había aviones Caproni y que confrontadas las hojas de ruta del día en cuestión, no coincidía vuelo alguno de sus efectivos sobre el Peñón.

    Sin embargo, el propio Ministerio del Aire reconoció que el día 4 habían despegado tres Caproni 310 desde el aeródromo de Tetuán. Eran vuelos de instrucción, según el general-jefe, y que por hallarse infranqueable la recta a causa del mal tiempo, el capitán Reixa, piloto de uno de los aviones, se vio obligado a sobrevolar la bahía de Algeciras.

    Lo cierto es que ambos ejércitos se vigilaban estrechamente y contaban con abundante información en torno a los equipos militares de cada uno. En Londres, el Daily Mail había publicado un artículo el 28 de abril, donde se recogía que “el cinturón de hierro de cañones de grueso calibre alrededor del Peñón en las costas de Marruecos, Algeciras en España, no preocupa a los encargados de la defensa de Gibraltar. Fotografías aéreas de las 5 baterías de la parte española han sido tomadas por aviadores navales. Por tanto, su exacta posición es conocida”.

    Por otra parte, en el mes de agosto, las autoridades inglesas entregaron un hidroavión republicano que se hallaba en Gibraltar desde el principio de la guerra civil. En mal estado de conservación, el aparato permanecía sobre la barcaza utilizada para su traslado hasta el puerto de Algeciras.

    Los británicos también devolvieron las tres ametralladoras y municiones que habían extraído del avión.

    A finales de año la situación continuaba sin cambios respecto del aparato abandonado en el puerto. El comandante de Marina de Algeciras manifestó el peligro que entrañaba el hidro, así como la necesidad de recuperar la barcaza por parte de la Junta de Obras del Puerto, solicitando del gobernador militar echar a tierra el aparato.

     

     




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