Sábado, 23 de Septiembre de 2023
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La sociedad de esclavos y sirvientes en Gibraltar

  •  Las batallas navales entre europeos y berberiscos eran fuentes para nutrirse de esclavos respectivamente. Óleo de Aert Anthonissen
    Las batallas navales entre europeos y berberiscos eran fuentes para nutrirse de esclavos respectivamente. Óleo de Aert Anthonissen
    Historia

    Si Gibraltar era lugar para la organización del recate de esclavos, no era menos cierto que también se concentraba en la plaza cierto número de esclavos-sirvientes con origen en tierras africanas. Según se desprende de la documentación existente, de Lisboa llegaba hasta la plaza un buen número de cautivos africanos que eran distribuidos para el trabajo en el campo y en la asistencia doméstica en las casas adineradas. Otros eran apresados en las luchas del cercano norte de África.

    La sociedad de la época lo contemplaba con naturalidad y no estaba mal visto que las familias bien situadas contaran con estos “servicios”.

    A estas personas, una vez comprados, se les imponía nombres castellanos y, en numerosas ocasiones, se les daba el apellido Moreno, debido al color de la piel.

    Los esclavos contraían matrimonio entre ellos y tenían que contar con el permiso de sus dueños respectivos y, por supuesto, de la autoridad religiosa. Antiguos legajos dan fe de estos trámites. Algunos casos del siglo XVII pueden ilustrar esas situaciones: “Juan Caballero, de color negro, esclavo del licenciado Diego Díaz de Mendoza, abogado y vecino de esta ciudad de Gibraltar, con Ana González, de color negro, esclava de Pedro González Riquelme”; “Urbán, negro esclavo de Pedro Gómez Riquelme, y Felipa, negra esclava de Beatriz Alonso, de Santo Tomé y de 20 años”; Joseph, negro esclavo del capitán de Caballos don Antonio de la Vega, caballero de la orden del Señor Santiago, vecino de Gibraltar, de 30 años, con Marcela, negra esclava de don Rodrigo Porras, vecino y escribano del Cabildo de Gibraltar, bautizada en Ayamonte, de 30 años.”; “Francisco Bravo, negro, esclavo de doña Leonor Salada, de 23 años, traído de Cabo Verde a Lisboa, de 15 años”; “Juan Moreno, esclavo de Diego Martín Ramos, vecino de Gibraltar, traído de Brasil con ocho años, de padres desconocidos, de 24 años”; “Catalina Morena, esclava de Alonso Carabajal, marinero, vecino de Gibraltar, que no sabe de dónde es natural ni quiénes son sus padres, sólo sabe que la trajeron de Brasil a la ciudad de Lisboa, y que el comendador Alonso Mateos la trajo a Gibraltar, y es de 24 años poco más o menos”; “Francisca de los Reyes, esclava de doña Beatriz Hurtado, que es hija de Jerónimo de Ávila, boticario de Gibraltar, de padres desconocidos, pero sabe que fue criada en Vejer y tiene 22 años”; “Salvador Moreno, esclavo de Christóbal Alonso de Aria, nacido en Guinea, de 24 años”; “María Maldonado, esclava de don Pedro Maldonado, de lugar de nacimiento desconocido, pero procedente de Lisboa, de 18 años”, o  “Francisca Jacinta, de nación berberisca, esclava de Miguel de Baca, vecino de Gibraltar”.

    Los hijos de esclavos tenían esa misma consideración. En 1690 encontramos ejemplo de ello. Un nacido en Gibraltar y una mujer procedente de Argelia: “Juan Cayetano, natural y vecino de Gibraltar, esclavo de María Castillo, viuda del doctor Tomás del Castillo, de 20 años, con María de la Cruz, natural de Berbería, cautiva por los soldados del presidio de Orán, esclava de Francisco Mario, de 20 años”.





    De los primeros años del siglo XVIII también se tiene constancia de esa actividad civil. En 1701 “Tiburcio, esclavo, vecino de Gibraltar, de 25 años, con María Candelaria, esclava, vecina de Gibraltar, de 28 años”. Y del año siguiente, (1702): “Pedro, esclavo de Alfonso Martín, vecino de Gibraltar, de 19 años. Con María de la Concepción, esclava de 18 años”.

    De manera excepcional se producía algún enlace entre esclavo y natural de la plaza. Es el caso de Francisco Santa María que obtuvo licencia para contraer matrimonio con la esclava María de Mendoza, perteneciente a Francisco Lens de Villegas. Debió torcerse esa relación, pues debido a habladurías o realidad oculta, el novio solicitó del dueño de su pareja una declaración escrita sobre el estado civil de la muchacha, “ya que cierta persona ha dicho que la contrayente estaba casada con Miguel, esclavo de Carlos Villegas, alférez mayor de Gibraltar”.

    A pesar de esa aceptación generalizada de la esclavitud, parece que, al menos, en Gibraltar no se permitían malos tratos a estas personas, que pasaban a tener consideración de “sirvientes” más que de cautivos. En este sentido, en agosto 1634 se declaró causa criminal contra Gaspar de Pera Molina, mayordomo de la ermita de Nuestra señora de Europa, “por malos tratos de palabra y de obra a sus esclavos”.

    Incluso debía existir libertad en sus movimientos, pues cuando se produjo el peor de los asaltos turcos a Gibraltar, en 1540, la información para allanar el ataque se debió a un grupo de cautivos que tras hacerse con una galera llegó hasta Argel, desde donde se organizó la acción (Ver en este medio “Gibraltar rechaza el terrible ataque de los turcos). De aquel asalto, fueron apresados algunos turcos en la costa de Puente Mayorga que, como señala Hernández del Portillo, que llegó a conocerlos, “vivieron muchos años en esta ciudad”.

    Algunos esclavos fueron liberados por sus propietarios (Carta de Libertad) y prácticamente la mayoría, una vez ocupada la ciudad por los ingleses, prefirió salir acompañando a las familias que abandonaron la plaza.