Lunes, 4 de Diciembre de 2023
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Movilización en el Campo de Gibraltar por la guerra con Gran Bretaña (I)

  • Nuevo conflicto español con Gran Bretaña

    Nuevamente un conflicto europeo enfrentaba a España con Gran Bretaña. Y en una zona tan sensible como el Campo de Gibraltar, se vivía de manera especialmente intensa
    Batalla naval de Cabo Passaro, obra de Richard Paton. FOTO NG
    Historia

    Nuevamente un conflicto europeo enfrentaba a España con Gran Bretaña. Y en una zona tan sensible como el Campo de Gibraltar, se vivía de manera especialmente intensa. En 1717 el rey Felipe V pretendía revertir Utrecht y había tomado Cerdeña, en el inicio para recuperar los perdidos dominios italianos. En agosto del año siguiente, sin previa declaración de guerra, la flota inglesa había derrotado a la española en el siciliano Cabo Passaro.

    La creación de la Cuádruple Alianza (Francia, Gran Bretaña, Países Bajos y Saboya) era el muro levantado ante el empuje del monarca español. Felipe V había decidido la invasión de las islas británicas contando con los rebeldes escoceses, una operación que resultó un fracaso por diferentes motivos, y que tuvo como contrapartida las incursiones aliadas en la el norte peninsular.

    La guerra se recrudecía y en el Campo de Gibraltar, el Cabildo mandó citar “a los vecinos y naturales de Gibraltar” para que acudiesen a primeros de enero de 1719 al objeto de alistarse en las compañías de milicias. Los que no acataran el llamamiento serían excluidos “del goce de vecinos de este Campo”. La orden se había producido en diciembre del año anterior y se tenía que hacer efectiva a inicios del mes siguiente.

    El Ayuntamiento, que se hallaba reunido bajo la presidencia del corregidor Bernardo Díez de Isla, conoció en ese preciso momento que se habían presentado de manera inmediata Diego López, Alonso Bernal, Diego de la Peña, Joseph Ocano, Diego de la Torre, Juan de Caraza, así como los alféreces Juan Gavilán y Joseph Cordero.

    Asimismo, se leyeron informes de que ya se hallaban prestando servicio de armas Francisco de la Concha, Pedro Marín, Miguel Tizón y Sebastián de Aguilar. También comunicó su disposición el personal médico y de botica, compuesto por Juan y Francisco Hurtado y Esteban Juliane.

    Mientras que desde los distintos puntos del municipio acudían jóvenes a tomar las armas, hubo constancia de la no presentación de otros once vecinos. Según lo establecido por el Cabildo, se pasó a aplicarles las sanciones, expulsándoles los ganados que pudieran tener en el término. Pero ni alistarse era fácil en los días concretos establecidos, dada la dispersión de una parte de la población.





    En este sentido, el Consistorio consideró la ausencia de algunos hombres. Tal fue el caso de Martín Roncero, Alonso Gómez Moyano, Gaspar de España y Miguel Moreno, que pudieron hacerlo más tarde, por lo que se les restituyó la consideración de vecinos. Como capitanes de las milicias fueron nombrados Juan y Antonio de Mesa, Alonso Monrroy y Antonio Pérez, quienes se encargaron de organizar a los movilizados.

    También se acordó que los armadores de las barcas de pesca con residencia en Manilva, y a los que se calificaba de responsables de la “falta de pescado en el pueblo”, pasaran a residir en el término, dando un plazo de cuatro meses para ello. En caso contrario perderían la debida condición de vecindad.

    Una casa para la familia del mariscal

    Por esas jornadas de primeros de enero se reunía en el Campo de Gibraltar la familia del mariscal de Campo, conde de Louvignies. Había que buscar sitio a la familia, pues aunque el militar se hallaba ubicado, en unos días habría de llegar su mujer y otros familiares. Siendo su casa muy pequeña para el alojamiento, el militar solicitaba del Ayuntamiento se le facilitase la contigua a ella.

    De esta manera, el Cabildo mandó desalojar algunas viviendas, considerando que no existía perjuicio en ello, pero encontrando obstáculos a la hora de procurar un normal realojo de las familias afectadas. El malestar se hizo patente entre el vecindario. Y hasta el propio mariscal mostró comprensión. Así, se dirigió al Cabildo manifestando que no estaba en su ánimo incomodar a familia alguna, y menos “a ninguno de los naturales y vecinos que fueron de Gibraltar, en observancia de sus privilegios”.

    Por ello, los munícipes optaron por facilitar la vivienda habitada por Francisco Sánchez Valdivia “que también es de teja, respecto de no ser natural de Gibraltar”, y por “ser justo preferir en el alivio primeramente al natural que al forastero”. Desvestir un santo para vestir otro, dice el refrán. Y a eso se parecía la gestión llevada a cabo por el Cabildo.

    Un mes de enero muy movido que no evitó que el municipio contase con la tradicional fiesta de San Sebastián.




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