Fermín Requena o el periodismo al servicio ciudadano

Si comencé estos artículos aludiendo al importante papel del periodismo local, encarnado en un medio que destacó por su independencia y compromiso profesional, justo es referirse a quien impulsó esa acción y supo soportar los envites de los poderes políticos y económicos que predominaban en la Algeciras de la época. Fermín Requena, maestro de escuela -profesión de la que procedía una buena parte de los periodistas de las pequeñas poblaciones-, cogió el timón de una prensa que quiso deberse a sus lectores y a la ciudad en la que en 1918 parió el semanario El Lábaro Hispano.
A Requena le presionaron los que pretendían que cambiase su posición crítica en determinados asuntos de la gestión pública, como ya quedó consignado en un artículo anterior.
Fermín Requena Díaz había nacido en Higuera de la Sierra (Huelva) en 1893. A su doble condición de periodista y docente unía la de poeta y estudioso arabista, así como el nombramiento honorífico de cronista de Algeciras.
Llegó destinado como maestro a la ciudad de la bahía en 1916. Hallándose en ella, como director del periódico, en diciembre de 1918, fue nombrado académico de la Real de Buenas Letras de Málaga. En su edición del 5 de enero de 1919 El Lábaro agradecía las felicitaciones que con tal motivo se habían recibió en la redacción, remitidas por los colegas El Calpense, de Gibraltar; Fénix, de Ronda y El Linense, de la vecina La Línea.
En 1921 publicó en Melilla Algeciras durante el período de dominación musulmana, donde recogía la siguiente dedicatoria “Al Excmo. Ayuntamiento de Algeciras, que honró la modesta personalidad del Autor, con el nombramiento de Cronista Oficial”.
En su período algecireño también fue corresponsal de Ecos de Ronda, en 1917. Asimismo ejerció de corresponsal de guerra del gibraltareño El Calpense, durante el conflicto marroquí de 1921.
Aunque era evidente la simpatía que Requena tenía hacia el andalucismo que comenzaba a forjarse, sin embargo, El Lábaro Hispano era un medio local de información general. Por lo tanto debe salir de la lista de publicaciones regionalistas que comenzaron a prodigarse en aquella época, y que como tal aparece en algunos estudios y publicaciones.
Repasando los ejemplares existentes de dicha publicación, las únicas menciones sobre el movimiento andalucista, son algunos sueltos como el aparecido el 15 de diciembre de 1918, donde se daba cuenta que se había hecho cargo de la dirección del semanario sevillano El Regionalista, Mariano López Muñoz, “antiguo periodista conocidísimo en esta provincia por sus campañas contra el caciquismo”. Y unos días más tarde, el 22, se decía que se había recibido un folleto, “con la magnífica conferencia que sobre La reivindicación de Andalucía en el Congreso de la Paz pronunció en el Centro Regionalista Andaluz de Sevilla la noche del 27 de noviembre nuestro estimado amigo y valioso escritor D. José Andrés Vázquez. Muy agradecido por el envío”.
Requena comenzó a interesarse por los primeros escritos de Blas Infante, precursor del andalucismo, pero no fue hasta su nuevo destino como maestro en la ciudad de Melilla donde adquiriría una activa militancia. En la localidad africana fundaría el semanario Vida Marroquí. El primer número apareció el 10 de enero de 1926, prolongándose su publicación hasta el 31 de julio de 1936.
Su pensamiento arabista le haría apostar por una identificación entre Andalucía y Marruecos. Ocuparía la presidencia regional (Marruecos y Andalucía) del grupo pacifista Liga Internacional de Gastadores por la Paz, así como de la Agrupación Liberalista Andaluza, el movimiento creado por Blas Infante en la última etapa de la lucha por el Estatuto. Como tal fue elegido para representar a los andalucistas de Melilla en la Asamblea Regional Andaluza de 1933, aunque el mal tiempo impediría su viaje.
Requena no estuvo exento de contradicciones ideológicas, según el historiador Manuel Ruiz Romero, si bien a partir de la llegada de la República asumió un mayor compromiso con el andalucismo a través de la referida Vida Marroquí.
A este respecto escribiría: “Blas Infante agiganta su personalidad a través del tiempo. Andalucía puede muy bien decirse que es él, e ir contra él, es ir forzosamente contra Andalucía”.
El asesinato de Infante supuso un golpe tremendo para Requena. Al finalizar la guerra civil, y tras ser sometido a depuración, en 1940, obtuvo traslado a Algeciras. Aquí pudo rememorar sus años de incisivo periodista, profesión que ya no pudo ejercer, ni quiso hacerlo sin libertad.
En 1947 fue destinado a Antequera, donde publicaría Muhammad y al Qasim, amires de Algeciras (1956). Dedicado a la investigación histórica obtuvo el nombramiento de las academias Sevillana de Buenas Letras (1956), San Fernando (1958), Genealogía Heráldica de Cuba (1958), Internacional de Letras, Ciencias y Artes de Nápoles (1965), San Telmo de Málaga (1965), e Instituto de Estudios Califales de Córdoba (1968). Falleció en la citada localidad malagueña en diciembre de 1973.