La democracia se enfrenta a una prueba tremenda con el Gibexit
Por Robert Vasquez
Abogado y periodista gibraltareño

Señal dirección España en la avenida de acceso a la Verja de Gibraltar. Foto Sergio Rodríguez
Foro
- 09 Dic
*Los sistemas electoral y parlamentario se enfrentan a una prueba tremenda
*¿Tendrá capacidad el sistema de votación para sortear un «acuerdo» e incluso un «no acuerdo»?
*Malas finanzas sin un «fondo para días de vacas flacas»
*Algunos optimistas con un «no acuerdo»
*¿Cómo se financiará nuestra forma de vida colectiva?
*Se necesitan actuaciones impopulares pero se ven desalentadas por las ambiciones electorales
*Un «acuerdo» no es una cura para todo
*El pasado boom económico fue mal utilizado por los gobiernos
*Las medidas disponibles con un «no acuerdo» probablemente serán deficientes e impopulares
*Serán necesarias más medidas impopulares
*La realidad favorece el «acuerdo» con la necesidad de proteger nuestra identidad única
*La «soberanía, jurisdicción o control» pueden defenderse dentro de un «acuerdo»
EL SISTEMA ACTUAL SE ENFRENTA A UNA PRUEBA
El actual sistema electoral, parlamentario y gubernamental será puesto a prueba en las próximas elecciones generales. Se celebrarán en un momento en el que las circunstancias a las que se enfrenta Gibraltar exigirán que se tomen decisiones difíciles. Éstas serán necesarias tanto si hay un «acuerdo» del Gibexit como si no lo hay.
La prueba principal será si el actual sistema electoral facilita un parlamento y un gobierno capaces de navegar a través de las cuestiones que se plantearán con cualquiera de los resultados. Tienen razón los que utilizan el argumento de que un «acuerdo» no es una cura para todos los males a los que habrá que hacer frente, pero eso no es un argumento para favorecer el «no acuerdo».
SIN FONDO PARA «DÍAS DE VACAS FLACAS»
No cabe duda de que si el resultado es un «no acuerdo» habrá que hacer frente a obstáculos mucho mayores que si lo hay.
En cualquier caso, los problemas serán mayores debido a la forma en que nuestros gobiernos electos han gestionado nuestras finanzas públicas durante al menos los últimos 25 años. No se han reservado fondos para «días de vacas flacas», y mucho menos para los días tan difíciles que podrían llegar, especialmente si el resultado es un «no acuerdo».
Todo lo contrario, el erario público ha tomado prestadas enormes cantidades de dinero, directa e indirectamente. El último préstamo de 500 millones de libras ha tenido que ser garantizado por el Reino Unido.
Es un erario público que ahora mismo no se está recuperando, ya que hay un déficit de ingresos públicos, y no se prevén superávits durante un tiempo. También se está cerrando la posibilidad de pedir mucho más dinero prestado, ya que se está consumiendo la cantidad total garantizada por el Reino Unido.
Todos los votantes deberían recordar el fondo para «días de vacas flacas» que Sir Joe Bossano dejó tras el mandato del GSLP, que terminó en 1996. Lo gastó el Gobierno del GSD. Que se sepa públicamente, nunca ha sido repuesto por ningún gobierno posterior, incluidos los GSLP-Liberales.
OPTIMISMO DE ALGUNOS
Hay partidarios de un «no acuerdo» que sugieren que un «no acuerdo» puede salvarnos, a pesar de que al mismo tiempo coinciden en que será extremadamente duro, si seguimos con el modelo económico de los últimos 30 años.
La salvación que se predica se basa en un escenario de «no acuerdo» que permita poner orden en nuestra casa. Sin embargo, no se presenta ninguna sugerencia real sobre cómo se puede hacer en un escenario en el que hay menos dinero público disponible debido a la reducción de la actividad económica. ¿DE DÓNDE SALDRÁ EL DINERO? Cabe preguntarse cómo se pagará nuestro servicio público directo e indirecto, sobredimensionado e infradotado. ¿De dónde va a salir el dinero, que ya escasea? ¿De la construcción de un estadio de fútbol con usos complementarios? ¡Tómale el pelo a otro! Se sugiere que una población y una mano de obra cada vez mayores acarrean más problemas. Pues bien. Eso puede ser así si nuestros gobiernos no gobiernan adecuadamente tomando medidas para hacer frente a los problemas futuros. Es su responsabilidad hacerlo. Una reducción de ambos equivale a una menor capacidad para pagar nuestros gastos y los excesos del pasado. SE NECESITAN MEDIDAS IMPOPULARES La sugerencia es que quien gobierne en el futuro tendrá que tomar las medidas que sean necesarias para estar a la altura de las circunstancias. Hacerlo con nuestro actual sistema electoral es una receta segura para el desastre de ese Gobierno elegido. Es el mejor argumento para impulsar una reforma electoral con las consiguientes reformas parlamentarias. ¿Lo harán los gobernantes o los políticos en general? La historia demuestra que son demasiado egoístas y egocéntricos para hacer lo que es mejor para Gibraltar. CONFIAR EN UN «ACUERDO» NO ES LA SOLUCIÓN GLOBAL Confiar únicamente en un tratado del Gibexit tampoco es la solución, pero permitirá dar pasos si es que algún gobierno electo tiene el valor de darlos. La historia indica lo contrario, el éxito electoral bajo el actual sistema de votación contamina todas las decisiones, por lo que las decisiones correctas y necesarias simplemente no se toman. EL BOOM ECONÓMICO MAL UTILIZADO Es cierto que el auge económico del que ha disfrutado Gibraltar desde la apertura de la frontera y la adhesión de España a la UE no ha sido aprovechado al máximo por ninguno de nuestros gobiernos electos. El dinero se ha malgastado de forma exagerada y, por si fuera poco, los gobiernos han pedido más y más dinero prestado para financiar las victorias electorales, a pesar de las promesas, incluidas en su programa electoral, de hacer lo contrario. AVANZAR CON UN «NO ACUERDO» Por supuesto, un Gobierno podría empezar con un «no acuerdo» garantizando la responsabilidad de todos en la participación, el compromiso o el empleo públicos directos e indirectos. Además, podría tomar medidas para reducir el uso de dinero público y buscar mayores contribuciones de todos y cada uno de nosotros. Si el resultado es un «no acuerdo», conservaremos parte del turismo y, probablemente, gran parte de las empresas de juegos de azar, finanzas, seguros y bunkering, sujetas a los efectos de una reducción de la mano de obra transfronteriza. Además, sin duda, aumentará el gasto local en Gibraltar. Gibraltar tiene la capacidad de resistencia y la firme voluntad necesarias para seguir adelante si el resultado es un «no acuerdo», pero es probable que la gente quiera evitar esa necesidad. NECESIDAD DE MÁS Sin embargo, lo más probable es que todo ello no proporcione suficientes ingresos públicos para sostener las finanzas públicas o incluso el empleo en el sector público y muchas otras ayudas que se prestan a muchos con cargo al erario público. Es necesario hacer mucho más, especialmente en un escenario de «no acuerdo» pero, bajo nuestro actual sistema electoral y constitucional, cualquier gobierno electo que lo haga durará poco en el cargo especialmente si acepta la sugerencia de aumentar los alquileres de viviendas públicas. También se sugiere que deberían ser retirados los estatus fiscales especiales de residentes no gibraltareños (y unos pocos gibraltareños privilegiados). Además, se sugiere también que se introduzcan impuestos sobre las plusvalías y se impida a los nuevos residentes extranjeros instalarse en Gibraltar. Todas estas son medidas populistas que sin duda deben ser consideradas pero, como parte de esa consideración, debe evaluarse el impacto perjudicial que puede tener en nuestra economía y finanzas públicas. LA REALIDAD FAVORECE UN «ACUERDO» Lamentablemente, el realismo apunta en una sola dirección. Favorece un «acuerdo» con la UE. No es la panacea para todos los problemas a los que habrá que hacer frente, pero permitirá realizar los enormes ajustes necesarios en nuestra economía y nuestras finanzas públicas. Un «acuerdo» requerirá que cada uno de nosotros mantenga firmemente nuestra identidad y principios británicos. Es un tratado con la UE y no con España. Por tanto, su impacto sobre la «soberanía, jurisdicción o control» será pequeño. Sin embargo, debe ser cuidadosamente supervisado, con una enorme confianza en nosotros mismos por parte de todos para mantener nuestra identidad diferenciada, que es una importante piedra angular de nuestro éxito histórico global. Incluso si el resultado de las actuales negociaciones es un «acuerdo», el Gobierno deberá tomar decisiones difíciles e impopulares. Los actuales sistemas electoral y parlamentario lo hacen difícil, cuando no casi imposible. Es necesario introducir reformas sustanciales que permitan una buena y adecuada gobernanza.
La salvación que se predica se basa en un escenario de «no acuerdo» que permita poner orden en nuestra casa. Sin embargo, no se presenta ninguna sugerencia real sobre cómo se puede hacer en un escenario en el que hay menos dinero público disponible debido a la reducción de la actividad económica. ¿DE DÓNDE SALDRÁ EL DINERO? Cabe preguntarse cómo se pagará nuestro servicio público directo e indirecto, sobredimensionado e infradotado. ¿De dónde va a salir el dinero, que ya escasea? ¿De la construcción de un estadio de fútbol con usos complementarios? ¡Tómale el pelo a otro! Se sugiere que una población y una mano de obra cada vez mayores acarrean más problemas. Pues bien. Eso puede ser así si nuestros gobiernos no gobiernan adecuadamente tomando medidas para hacer frente a los problemas futuros. Es su responsabilidad hacerlo. Una reducción de ambos equivale a una menor capacidad para pagar nuestros gastos y los excesos del pasado. SE NECESITAN MEDIDAS IMPOPULARES La sugerencia es que quien gobierne en el futuro tendrá que tomar las medidas que sean necesarias para estar a la altura de las circunstancias. Hacerlo con nuestro actual sistema electoral es una receta segura para el desastre de ese Gobierno elegido. Es el mejor argumento para impulsar una reforma electoral con las consiguientes reformas parlamentarias. ¿Lo harán los gobernantes o los políticos en general? La historia demuestra que son demasiado egoístas y egocéntricos para hacer lo que es mejor para Gibraltar. CONFIAR EN UN «ACUERDO» NO ES LA SOLUCIÓN GLOBAL Confiar únicamente en un tratado del Gibexit tampoco es la solución, pero permitirá dar pasos si es que algún gobierno electo tiene el valor de darlos. La historia indica lo contrario, el éxito electoral bajo el actual sistema de votación contamina todas las decisiones, por lo que las decisiones correctas y necesarias simplemente no se toman. EL BOOM ECONÓMICO MAL UTILIZADO Es cierto que el auge económico del que ha disfrutado Gibraltar desde la apertura de la frontera y la adhesión de España a la UE no ha sido aprovechado al máximo por ninguno de nuestros gobiernos electos. El dinero se ha malgastado de forma exagerada y, por si fuera poco, los gobiernos han pedido más y más dinero prestado para financiar las victorias electorales, a pesar de las promesas, incluidas en su programa electoral, de hacer lo contrario. AVANZAR CON UN «NO ACUERDO» Por supuesto, un Gobierno podría empezar con un «no acuerdo» garantizando la responsabilidad de todos en la participación, el compromiso o el empleo públicos directos e indirectos. Además, podría tomar medidas para reducir el uso de dinero público y buscar mayores contribuciones de todos y cada uno de nosotros. Si el resultado es un «no acuerdo», conservaremos parte del turismo y, probablemente, gran parte de las empresas de juegos de azar, finanzas, seguros y bunkering, sujetas a los efectos de una reducción de la mano de obra transfronteriza. Además, sin duda, aumentará el gasto local en Gibraltar. Gibraltar tiene la capacidad de resistencia y la firme voluntad necesarias para seguir adelante si el resultado es un «no acuerdo», pero es probable que la gente quiera evitar esa necesidad. NECESIDAD DE MÁS Sin embargo, lo más probable es que todo ello no proporcione suficientes ingresos públicos para sostener las finanzas públicas o incluso el empleo en el sector público y muchas otras ayudas que se prestan a muchos con cargo al erario público. Es necesario hacer mucho más, especialmente en un escenario de «no acuerdo» pero, bajo nuestro actual sistema electoral y constitucional, cualquier gobierno electo que lo haga durará poco en el cargo especialmente si acepta la sugerencia de aumentar los alquileres de viviendas públicas. También se sugiere que deberían ser retirados los estatus fiscales especiales de residentes no gibraltareños (y unos pocos gibraltareños privilegiados). Además, se sugiere también que se introduzcan impuestos sobre las plusvalías y se impida a los nuevos residentes extranjeros instalarse en Gibraltar. Todas estas son medidas populistas que sin duda deben ser consideradas pero, como parte de esa consideración, debe evaluarse el impacto perjudicial que puede tener en nuestra economía y finanzas públicas. LA REALIDAD FAVORECE UN «ACUERDO» Lamentablemente, el realismo apunta en una sola dirección. Favorece un «acuerdo» con la UE. No es la panacea para todos los problemas a los que habrá que hacer frente, pero permitirá realizar los enormes ajustes necesarios en nuestra economía y nuestras finanzas públicas. Un «acuerdo» requerirá que cada uno de nosotros mantenga firmemente nuestra identidad y principios británicos. Es un tratado con la UE y no con España. Por tanto, su impacto sobre la «soberanía, jurisdicción o control» será pequeño. Sin embargo, debe ser cuidadosamente supervisado, con una enorme confianza en nosotros mismos por parte de todos para mantener nuestra identidad diferenciada, que es una importante piedra angular de nuestro éxito histórico global. Incluso si el resultado de las actuales negociaciones es un «acuerdo», el Gobierno deberá tomar decisiones difíciles e impopulares. Los actuales sistemas electoral y parlamentario lo hacen difícil, cuando no casi imposible. Es necesario introducir reformas sustanciales que permitan una buena y adecuada gobernanza.