Miércoles, 31 de Mayo de 2023
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Mister Picardo, el tahúr con las cartas marcadas

  • Imagen de Nathaniel Powell
    Por Nathaniel Powell
    Politólogo británico, de ascendencia campogibraltareña, afincado en Europa
    Foro
    La oposición gibraltareña ha caracterizado la gestión económica del gobierno GSLP (socialista-liberal) como un peligroso juego de azar donde el primer ministro Mister Picardo se está jugando la estabilidad financiera del Peñón y la prosperidad futura del territorio, a una imprudente mano de póker para mantener sus índices de popularidad electoral, que se traduce no solo en haber sobrepasado ampliamente los topes legales de préstamos financieros en los que ha incurrido el gobierno, sino en una deuda publica bruta desbocada de más de 1.200 millones de libras esterlinas (1,2 billones según la terminología inglesa, que provienen de una deuda pública directa de 500m, credito financiero 400m y la hipoteca de las viviendas públicas del Gobierno, 300m), cifra sin precedentes en la historia de Gibraltar, una política de descontrol presupuestario y de gasto en proyectos oficiales y en una expansión del ya de por si sobrecargado sector público – donde se han empleado 650 funcionarios en los últimos seis años, y ahora a raíz de la presión de sindicatos se ha comprometido a emplear a casi 600 más.

     

    Sindicatos como Unite y el de maestros de escuela NASWUT, que acaban de despertar de un largo letargo ‘vertical’ de 7 años para ponerse el chaleco amarillo del activismo radical parisino, en su caso bastante caricaturesco, que produce vergüenza ajena entre los comerciantes del sector privado, y los gibraltareños decentes que son muchos, pugnando a diario por salir adelante sin las prebendas, contratos, subvenciones, ayudas arbitrarias y trabajos de por vida con los que Mister Picardo ha construido una potente red clientelar de votos al mejor estilo de sus paisanos –al menos en cuanto a forma de actuar— socialistas andaluces.

     

    La retórica triunfalista de Mister Picardo sobre las maravillosas oportunidades que supuestamente se ciernen sobre Gibraltar a días vista de lo que potencialmente puede ser una súbita desconexión de los flujos económicos y recaudatorios de la colonia a raíz del apagón del Brexit -- todo dependerá de la actitud que adopta Madrid en relación con la frontera, la principal vía de abastecimiento de la que depende el Peñón para todo-- contrasta brutalmente con el mensaje más contenido y pesimista de su propio mentor político Joe Bossano, ex primer ministro y actual responsable ministerial de la cartera de inversiones, que ha calificado el sector público de Gibraltar como una estructura económicamente insostenible y, a menos que se tomen medidas drásticas para controlar el gasto, abocada al colapso.





     

    Lo llamativo de estos intercambios quizás más impactantes que los balbuceos incoherentes de una oposición oficial fragmentada y sin credibilidad ni programa de gobierno, es que a día de hoy, Bossano se ha erigido por propia inercia del estancamiento político que vive el Peñón, en una voz crítica, un verso suelto que vuelve a sus raíces de ‘profeta en el desierto’ para denunciar la compulsión despilfarradora del ejecutivo al que pertenece, con un análisis lucido y racional, que ha resonado con más fuerza si cabe en este momento de debilidad de una oposición tricéfala, con un líder Keith Azopardi que ni siquiera tiene acta de diputado, un líder parlamentario puramente testimonial cuyo nombre desconozco, y Daniel Feetham el único político que podría evitar el hundimiento definitivo del GSD volviendo a tomar las riendas del partido o reinventándose para liderar un proyecto centrista.

     

    Un nuevo proyecto político claramente diferenciado del socialismo, donde puedan tener cabida antiguos votantes, de hecho recuperar toda la base social conservadora sobre la que Caruana construyo con éxito el GSD original, ahuyentada por la preocupante deriva ideológica del partido hasta convertirse en un pálido reflejo progresista del GSLP en política domestica e incluso en aspectos transfronterizos en ocasiones más duros en el lenguaje que el propio gobierno.

     

    Lo extraño, lo políticamente bizarro es que después de que Bossano hiciese estas explosivas declaraciones en la televisión local, coincidiendo con otra de tantas intervenciones petulantes de Picardo defendiendo su magnífico liderazgo, lo dice él y sus terminales mediáticas, no lo dice nadie más, para lidiar con el Brexit, y la solidez de su política económica al margen de las condiciones en que se produzca la retirada de Europa, ni uno ni otro hayan rectificado, ni uno ni otro se hayan retractado de lo dicho, ni mucho menos dimitido por franca incompatibilidad de pareceres en planteamientos fundamentales de política económica, en su visión de las repercusiones que el actual modelo puede tener sobre el futuro de Gibraltar.