Polonia y Ucrania
Por Patricio González
Político y escritor. Alcalde de Algeciras tres legislaturas. Ingeniero técnico naval

Patricio González
Foro
- 21 Nov
Mientras en Bali los señores del G20 disfrutaban de una cumbre con un toque de exotismo que ha dado mucho que hablar, en especial por la indumentaria tradicional que se veían obligados a ponerse por aquello del protocolo y de quedar bien con el anfitrión, la noticia de unas explosiones en suelo polaco causaron un sobresalto mundial.
Tanto que la paz idílica de Bali quedó rota, lo que derivó en esas imágenes ciertamente para la historia donde podemos ver a los líderes con cara circunspecta debatiendo sobre lo que había ocurrido, qué hacer y las posibles consecuencias.
El miércoles nos fuimos a la cama cruzando los dedos para que la reacción no fuera una escalada bélica de impredecibles consecuencias. Por un lado, está Polonia, que tiene motivos para la furia y a la que le sobran motivos para recelar de Rusia -un paseo por su historia lo explica perfectamente-; en paralelo, Ucrania se apuntaba al discurso de 'yo ya avisé que esto iba a pasar', apelando a una intervención de la OTAN; y teníamos a los rusos negando la mayor, de manera que admitían que se pasan el día lanzando misiles pero para ellos es admisible matar a ciudadanos de Ucrania, pero no entra en sus planes hasta la fecha hacer otro tanto en Polonia.
El jueves por la mañana el mundo entero respiró aliviado: Estados Unidos no confirmaba que los misiles fueran rusos, de manera que la OTAN no tenía motivos para intervenir. Ahora el asunto queda en una especie de limbo que derivará en una investigación que seguramente retrase varios días las conclusiones y estas apuntarán, como en el chiste de Gila, a eso de que «alguien mató a alguien». Que es como decir que la culpa es de los polacos muertos por empeñarse en seguir viviendo cerca de la frontera de Ucrania cuando llevamos más de 200 días con una guerra en ese país. La conclusión es clara: al G20, como al resto de la comunidad internacional, no le apetece que el conflicto bélico crezca pero tampoco ponen toda la carne en el asador para que acabe. Dos muertos en Polonia son causa más que suficiente para alterar una cumbre en Bali pero lo que pasa un día y otro también en Ucrania se ve que inquieta a las grandes potencias más por el lado económico que por el de pérdida de vidas humanas. Es así de cruel pero es que las fotos lo retratan: circunspectos y alterados cuando se enteran de lo ocurrido en Polonia y sonrientes y desfilando cual 'top model' cuando llega la hora de la cena de gala.
El jueves por la mañana el mundo entero respiró aliviado: Estados Unidos no confirmaba que los misiles fueran rusos, de manera que la OTAN no tenía motivos para intervenir. Ahora el asunto queda en una especie de limbo que derivará en una investigación que seguramente retrase varios días las conclusiones y estas apuntarán, como en el chiste de Gila, a eso de que «alguien mató a alguien». Que es como decir que la culpa es de los polacos muertos por empeñarse en seguir viviendo cerca de la frontera de Ucrania cuando llevamos más de 200 días con una guerra en ese país. La conclusión es clara: al G20, como al resto de la comunidad internacional, no le apetece que el conflicto bélico crezca pero tampoco ponen toda la carne en el asador para que acabe. Dos muertos en Polonia son causa más que suficiente para alterar una cumbre en Bali pero lo que pasa un día y otro también en Ucrania se ve que inquieta a las grandes potencias más por el lado económico que por el de pérdida de vidas humanas. Es así de cruel pero es que las fotos lo retratan: circunspectos y alterados cuando se enteran de lo ocurrido en Polonia y sonrientes y desfilando cual 'top model' cuando llega la hora de la cena de gala.