¿Violencia política?
Por Patricio González
Político y escritor. Alcalde de Algeciras tres legislaturas. Ingeniero técnico naval

Patricio González
Foro
- 29 Nov
Estamos enfermos o, más bien, tenemos mentes enfermas cuando la violencia nos acompaña diariamente. Por ejemplo, el número de las agresiones a mujeres van al alza.. Una lacra que no conseguimos combatir dejando a hijos huérfanos, a familias rotas. Sin acompañamiento, sin apoyo, sin estructura familiar, sin educación, perfilamos una radiografía de la sociedad en el Día Internacional para erradicar la violencia de género, con declaraciones que hablan de una “sociedad enferma” y no es para menos.
Según el informe que acaba de hacer público el Hospital Clinic alerta de que las agresiones sexuales se han incrementado un 51% y que el 90% de esos ataques se producen contra mujeres. Por eso el director de este centro sanitario habla de 'sociedad enferma'.
Quizás sorprenda que así se exprese una autoridad médica. Pues sí, se trata de la enfermedad de la fata del respeto, de la falta de valores, del apoyo en el seno familiar, escolar y social necesario para que tales episodios no ocurran, para que no tenga que lamentarse esta lacra creciente.
Es muy grave que este tipo de agresiones registre un índice de crecimiento porque indica el poco efecto que tienen las medidas de protección a las jóvenes. Un dato que coincide con las dos semanas transcurridas sin que el Ministerio de Igualdad haya reconocido las grietas que existen en su ley del sí es sí, que se traducen en un goteo permanente de las salidas de la cárcel de violadores y pederastas. Circunstancia que ha pasado a un segundo plano gracias a la polémica intervención de una diputada de Vox.
El Congreso no debe permitir tal bochorno, no basta con borrar las declaraciones del diario de sesiones porque esto evidencia que estamos normalizando la violencia verbal. Se ha acuñado el término "violencia política" cuando de lo que hablamos es de la falta de respeto a determinados derechos, tanto en el ámbito institucional como en el de las personas.
Que cada diputada estudie y explore el cuerpo que le venga en gana, pero en política lo único que se debe juzgar, valorar y, en su caso, criticar, es la gestión que lleva a cabo el político o la política en cuestión, y no con quién se acuesta o deja de acostarse.
Es cierto que algunos ofendidos tienen que tragarse su propia medicina. Falta de empatía ha demostrado, por ejemplo, la Ministra Irene Montero hacia las víctimas que contemplan espeluznadas la reducción de penas de sus violadores, por ejemplo, ese padre que abusó de su hija desde los tres años. Sólo con haberse registrado un caso en el que la víctima resulta menos beneficiada que su victimario por la aplicación de la nueva norma es motivo suficiente para que la ministra hubiera mostrado ese apoyo moral que ni siquiera ha amagado. Pablo Iglesias, por ejemplo, incurre en unos comportamientos hacia los periodistas que poco tiene que ver con el respeto que luego él reclama, y así va todo. El día que las mujeres de Vox o de cualquier partido entiendan que juntas serán más fuerte para luchar contra todo tipo de violencia sea física, verbal o laboral, el día que se apoyen como madres, como hijas, como hermanas, como profesionales, ese día habremos ganado parte de la batalla. Mientras tanto, siguen aumentando las denuncias por violaciones, las jóvenes que tienen miedo de volver solas por la noche a su casa, los maridos que siguen creyendo que su mujer es de su propiedad, los jóvenes que siguen controlando los móviles de sus novias y que les dicen cómo deben vestir además de lo que deben o no publicar en redes. Fallan los cimientos, falla la base, la familia, el apoyo, la conciliación, la educación. Todas esas ausencias que diseñan una sociedad entre enferma y perjudicada.
Es cierto que algunos ofendidos tienen que tragarse su propia medicina. Falta de empatía ha demostrado, por ejemplo, la Ministra Irene Montero hacia las víctimas que contemplan espeluznadas la reducción de penas de sus violadores, por ejemplo, ese padre que abusó de su hija desde los tres años. Sólo con haberse registrado un caso en el que la víctima resulta menos beneficiada que su victimario por la aplicación de la nueva norma es motivo suficiente para que la ministra hubiera mostrado ese apoyo moral que ni siquiera ha amagado. Pablo Iglesias, por ejemplo, incurre en unos comportamientos hacia los periodistas que poco tiene que ver con el respeto que luego él reclama, y así va todo. El día que las mujeres de Vox o de cualquier partido entiendan que juntas serán más fuerte para luchar contra todo tipo de violencia sea física, verbal o laboral, el día que se apoyen como madres, como hijas, como hermanas, como profesionales, ese día habremos ganado parte de la batalla. Mientras tanto, siguen aumentando las denuncias por violaciones, las jóvenes que tienen miedo de volver solas por la noche a su casa, los maridos que siguen creyendo que su mujer es de su propiedad, los jóvenes que siguen controlando los móviles de sus novias y que les dicen cómo deben vestir además de lo que deben o no publicar en redes. Fallan los cimientos, falla la base, la familia, el apoyo, la conciliación, la educación. Todas esas ausencias que diseñan una sociedad entre enferma y perjudicada.