Un gran acto en San Roque en el año 1929

Fue la gran fiesta del libro en el Campo de Gibraltar. Hasta entonces no se tenía conocimiento de una iniciativa de este tipo, ni tampoco de las tradicionales ferias librescas que mucho más tarde irían surgiendo en la comarca. Una historia que conviene recordar a propósito del Día Internacional del Libro, que tiene lugar este domingo.
Siendo alcalde de San Roque, José Fernández López, el 13 de octubre de 1929, tuvo lugar la Fiesta del Libro. El lugar fue la propia Casa Consistorial, donde se ofreció un intenso programa.
Fueron impartidas varias conferencias: “Nuestro amigo el libro”, a cargo del maestro Daniel Candel; “El libro de cuentos”, ponencia del periodista y escritor José Domingo de Mena; “El libro que no se escribe”, a cargo del secretario municipal Emilio Cano Linares y, cerrando las intervenciones, el abogado Ceferino Maestú hizo un resumen de cada una de ellas, destacando, por su parte, la Biblia como referente.
Junto a la primera autoridad municipal presidieron el jefe del Regimiento Pavía, Enrique Avilés Melgar, y el juez de instrucción, Martín Rodríguez Suárez.
Asistieron todas las escuelas públicas y privadas del municipio, haciéndose entrega de un ejemplar del Quijote a los alumnos que habían destacado por su comportamiento y aplicación. El resto de colegiales fue obsequiado con ejemplares de los populares cuentos de la editorial Calleja.
Asimismo, entre las mujeres asistentes fue sorteado un libro del poeta José María Pemán, cuya dedicatoria rezaba “A la dama desconocida a quien correspondiere”. El libro se hallaba expuesto en una artística bandeja de plata, con una cinta con el color del Pendón y el escudo de la ciudad.
Como final del acto fue inaugurada una exposición de libros antiguos y raros, recibiéndose donaciones de tomos para la Biblioteca Municipal, de próxima apertura. Entre ellos figuró uno proveniente del Regimiento Pavía consistente en tres volúmenes de Historia de España y de la civilización española.
HOMENAJE A LOS NIÑOS
Domingo de Mena propuso al finalizar su discurso que los niños de San Roque se dirigieran a la editorial Calleja, especializada en literatura infantil, para que, mediante una postal -que a cada niño facilitaría el Ayuntamiento-, le enviasen la felicitación “por la obra de cultura y de amor al niño que viene realizando”. De Mena calificó a la editorial madrileña como “hada madrina que tan simpáticamente se preocupa de ellos, imprimiendo los más lindos y asequibles libritos”. La iniciativa obtuvo una gran acogida por parte de Calleja que, como agradecimiento, envió al escritor local un ejemplar del Quijote.
Del mismo modo, en carta remitida al alcalde en el mes de noviembre, el consejero gerente de Saturnino Calleja SA, anunció la intención de repartir “entre los niños de las escuelas de San Roque algunos libros de cuentos como pequeña muestra de nuestro agradecimiento a sus cariñosas demostraciones de adhesión; y con ese fin, rogamos a usted que nos digan cuál es el número de niños que reciben enseñanza en esas escuelas”.
La carta fue leída en todos los colegios del municipio por el propio Domingo de Mena y publicada luego por medio de edicto municipal.
Entusiasmado el alcalde, respondió que el número de alumnos era de 706, agradeciendo el gesto de una empresa que era muy conocida y contaba con representación en distintas partes del orbe. Tan populares eran los textos editados que la frase “tienes más cuentos que Calleja” se hizo popular en toda España.
La firma envió 798 libros que fueron distribuidos a los niños el día de Reyes de 1931, siendo ya alcalde Gundemaro Alcaide, quien se encargó de entregarlos directamente en la sala capitular.
El Ayuntamiento mandó imprimir, como recuerdo del acto, una nota al dorso de los pequeños ejemplares sobrantes, “regalándose a las autoridades, señoritas y maestros”. Con anterioridad también se mandó publicar los textos y notas del acto habido en 1929.
Finalmente, las consecuencias de la Guerra Civil marcarían la trayectoria de algunos de los protagonistas de aquel acto de homenaje al libro. Daniel Candel -liberal, masón y gran defensor de la escuela pública-, ya maestro en Algeciras, se vio obligado a escapar tras ser fusilado su padre, y correr peligro su vida. Falleció en el exilio, en Argentina. En el caso de Emilio Cano -demócrata conservador- fue depurado de su puesto de secretario municipal, y Ceferino Maestú -masón y liberal, exgobernador de Huelva-, asesinado en San Roque en julio de 1936.