Lunes, 20 de Marzo de 2023
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La polémica sobre la propiedad de Casa de Ejercicios Cristo Rey (I)

  • Convento y antigua cárcel del partido judicial

    Fachada principal de la que ha sido Casa de Ejercicios. Foto: NG
    Fachada principal de la que ha sido Casa de Ejercicios. Foto: NG
    Historia

    En la actualidad podría hablarse de doble polémica: la de la Casa de Ejercicios Cristo Rey y la de los aparcamientos habilitados -62 plazas- en la Barriada de la Paz sobre terrenos de la Diócesis de Cádiz y Ceuta. En este caso, por cuestiones de orden histórica me refiero a la situación del conocido edificio, situado entre la calle San Francisco y el lugar conocido por Los Cañones, y donde se ubicó la última cárcel existente en el municipio. El Ayuntamiento trata de recuperarlo tras ser dispuesto para su venta hace unos años por parte de la Iglesia, según fuentes municipales.

    Como capital del partido judicial, que comprendía a los municipios de Los Barrios, Jimena y Castellar, el Ayuntamiento de San Roque estaba muy preocupado por el estado en que se hallaba la cárcel, entonces en la Plaza Mayor o de Armas. El 18 de mayo de 1835 el corregidor Francisco de Paula Linares convocó una reunión de los cuatro municipios en el Consistorio sanroqueño, al objeto de buscar fórmulas que permitiesen la construcción de un nuevo centro.

    El maestro de obras Luis Ojeda informó que los gastos supondrían unos 60.000 reales. En este sentido, el alcalde de Jimena, Antonio Martínez Villa, dijo que su localidad podría contribuir con la cuarta parte del producto anual de los terrenos municipales dedicados a pasto. El representante de Castellar, diputado primero del común, Francisco Gutiérrez Carrión, anticipó que su Ayuntamiento no contaba con recursos suficientes, pero estaba dispuesto a que, si el gobernador lo permitía, establecer un arbitrio sobre cada carga de carbón, curtido, leña y madera labrada.

    El síndico personero de Los Barrios, Francisco González Concha informó que su municipio sólo podría aportar 12.000 reales, que se abonarían con las ganancias de la subasta anual de una dehesa en el período de tres años.

    El problema continuaba un año más tarde cuando el Ayuntamiento insistió ante la Diputación Provincial por el deterioro en que se encontraba la prisión.

    Las quejas municipales estaban más que justificadas, y para corroborar las mismas, en mayo de 1836, se produjo la fuga de cinco presos, pudiéndose detener sólo a uno de ellos.

     





    La nueva prisión

     

    Para afrontar la edificación de una nueva cárcel, en base a las órdenes de Desamortización, el Ayuntamiento solicitó del Gobierno la cesión del antiguo convento de franciscanos (donde se halla la actual Casa de Ejercicios) que se encontraba en estado de ruina y sin actividad alguna.  En marzo de 1843 la Junta Superior de Bienes Nacionales concedió al Consistorio el edificio. Finalmente pudo construirse el establecimiento de presos sobre el solar del citado convento.

    A finales de enero de 1848 se comenzó el traslado de presos de la cárcel de la Plaza Mayor  (Plaza de Armas) al nuevo establecimiento. Y fueron parte de los amotinados en Madrid contra Narváez los que «estrenaron» sus celdas. Los vecinos obsequiaron a los sesenta prisioneros con una cena, café y licores.  

    Cuando en 1847 el gobernador de Cádiz Melchor Ordóñez remitió un cuestionario al Ayuntamiento de San Roque sobre la situación del municipio, el Consistorio no ocultó su satisfacción por dar a conocer la nueva cárcel, que aún no estaba finalizada en su totalidad, pero que ya empezaba a ser ejemplar entre las de su clase.

    Informaba el Ayuntamiento de todos los detalles, explicando que había un calabozo principal destinado a hombres y con capacidad para 25 presos. Había otros seis menores, entre los que se incluía uno de mujeres, y donde podían ingresarse a seis presas. Se hallaban distribuidos entre las dos plantas del edificio.

    Contaba también en la planta baja con un cuerpo de guardia, un cuarto para el llavero, uno para el comandante de la guardia, una cocina, un patio con corredores, un aljibe y una servidumbre. En el piso alto se hallaba la sala de audiencia, una cocina, una habitación destinada a capilla y la vivienda del alcaide, compuesta de sala y dos alcobas. De manera regular se encontraban detenidos en el establecimiento de 45 a 50 personas de ambos sexos. Las mejoras continuarían, pues en 1867 fue subastada la obra para «la total conclusión de la cárcel del partido».

    Pero las deficiencias no dejaron de estar presentes. La fuga de tres presos en 1895 obligó a mejorar las condiciones de seguridad del establecimiento.