Viernes, 24 de Marzo de 2023
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Una ganadería de reses bravas en Gibraltar

  • Tendido de la Plaza de Toros de La Línea. Años veinte del siglo pasado. Archivo Municipal de San Roque
    Tendido de la Plaza de Toros de La Línea. Años veinte del siglo pasado. Archivo Municipal de San Roque
    Historia

    Toreros, ganaderos, accionistas de plazas, peñas y cronistas. Todo ello sustentado en la enorme afición que a los toros hubo en Gibraltar. Algo que hoy puede sorprender, pero que entonces se manifestaba de manera natural.                                  

    En anteriores artículos me he referido a este aspecto festivo de la vida gibraltareña (Ver en este medio los artículos), dejando testimonio de ello.

    En este sentido hay que dejar constancia del novillero Manuel Danino, conocido como El Varito y El León de Gibraltar, que llegó a torear en México. O sus hermanos Domingo y Julio, que limitaron sus actuaciones a las plazas de la comarca. Éste último murió muy joven, con diecisiete años, combatiendo en el lado republicano durante la guerra civil española. Y para completar ese círculo taurino, voy a referirme a la existencia de un ganadero gibraltareño de reses bravas. En 1883 el gran aficionado Pedro Canepa estableció una ganadería para cría de toros de lidia. Para ello adquirió un importante número de vacas bravas en la campiña de Tarifa, pertenecientes a la acreditada de Joaquín Abreu.

    Estas vacas fueron tentadas en Puente Mayorga, según informaba el diario gibraltareño El Calpense  "dando excelente resultado, pues algunas tomaron de dieciséis a veinte varas".

    Más tarde, adquirió dos toros bravos, uno perteneciente a la ganadería de Julio Laffitte y Laffitte, y el otro a una de Sevilla. La intención era la de cruzar estos animales con las preciadas vacas, obteniendo becerros ya de origen propio.

    La euforia de la prensa de la colonia –tan entusiasta de todo lo taurino– se hizo patente, augurando que el ganado podría figurar "entre los primeros de las más antiguas acreditadas ganaderías que a la presente existen en España".

    En el verano de 1888 Canepa contaba más de cien vacas y cuarenta y cinco toros, que, en opinión de los entendidos, reunían buenas condiciones, y hasta con características propias al contar con más dureza de canilla que el ganado sevillano.



    ITI - CAMPAÑA EXTENDA
    ITI - CAMPAÑA EXTENDA


    Decían los cronistas taurinos gibraltareños que ello se debía a que los astados estaban criados en "terreno áspero". En primavera pastaban en los campos de Puente Mayorga, en el Castillón, y durante la invernada en plena sierra Carbonera.

    Los aficionados del Peñón hablaban con orgullo de su ganadería y en las tertulias se destacaba la bonita estampa y el buen trapío de los morlacos, la mayoría de color negro y algunos de ellos berrendos (manchado de dos colores).

    Un espectáculo especial fue la tienta de los nuevos novillos de ese año. Tuvo lugar en el cortijo del Marqués, situado en los llanos de Campamento, en un corral preparado al efecto. La prensa de Gibraltar se desplazó para no perder detalle, destacando que se hallaba presente un gran número de aficionados, especialmente del Peñón. La autoridad estuvo representada por el sargento de la Guardia Civil Cristóbal Valentín y varios agentes del mismo cuerpo.

    Se tentaron seis becerras e igual número de novillos, uno de los cuales saltó el cercado, dándose a la huida.

    Canepa fue felicitado por la casta de sus toros y, junto al Gibraltar pudiente, que tenía residencia en la barriada sanroqueña de Campamento, ofreció una comida a autoridades y periodistas, algunos llegados desde la capital de la provincia.

    Se desconoce hasta cuándo permaneció activa la ganadería del Peñón, que tanto entusiasmo había levantado entre sus naturales, y que tanto habían destacado los periódicos de la localidad, donde la crítica taurina ocupaba un espacio de relieve. Una tradición de cronistas que se correspondía con el seguimiento que la tauromaquia tenía en la ciudad, y que de alguna manera ha continuado en el comentarista y crítico Luis Finlayson.

    Según los datos obtenidos por la archivera municipal de San Roque Adriana Pérez Paredes, Pedro Canepa residió en Campamento, en la calle Real nº 11 –hoy nº 15 «Villa Beatriz»– desde 1851, que compró la vivienda a Vicente Reggio, hasta 1881 que la vendió a José Wright Harrison, vecino también de Gibraltar.