
La primera ministro británica ha salvado hoy su Plan B del Brexit de la mayoría de las enmiendas del Parlamento británico, pero ahora le queda volver a negociar el acuerdo con la Unión Europea, a pesar de los avisos en contra que tanto presidentes de los países miembros como dirigentes comunitarios han hecho públicos.
Seis de siete enmiendas parlamentarias ha conseguido salvar hoy Theresa May en el Parlamento británico. Por el camino se ha quedado el intento de Corbyn de que no se produzca un Brexit sin acuerdo o la prolongación del Artículo 50 y, por tanto, el aplazamiento del Brexit y también otras enmiendas que pretendían que el control de la gestión del Brexit residiera en la Cámara de los Comunes.
De esta forma sólo queda el Plan B de May o la salida sin acuerdo, como ella misma se ha encargado de repetir desde hace semanas, y una vaga esperanza en forma de la enmienda presentada por el conservador Brady, que es la que pretende usar la primera ministro británica para reabrir las negociaciones con Bruselas. Esta enmienda asume el compromiso parlamentario de apoyar el acuerdo del Brexit siempre que se encuentre una solución alternativa a la salvaguarda irlandesa, cuestión a la que se han negado las autoridades comunitarias desde el primer momento.
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ha tardado poco en responder, a la decisión del Parlamento británico: "El acuerdo de retirada es y sigue siendo el mejor y único medio para asegurar una salida ordenada de Reino Unido de la UE. El backstop (la salvaguarda irlandesa) es parte del acuerdo de retirada y el acuerdo de retirada no está abierto a renegociación".
Durante el día de hoy, también el presidente francés Emmanuel Macron había avisado que no se volvería a abrir el acuerdo de retirada: "El acuerdo del Brexit es el mejor posible y no es renegociable".
La no renegociación del acuerdo es un principio del que no se han movido ni Bruselas ni los países miembros desde el primer día, en cambio Theresa May mantiene, desde el rechazo parlamentario de diciembre, la presión puesta en ese objetivo que es rechazado una y otra vez y que, ahora, con los plazos ya agotados, parece imposible.