Las reuniones entre Reino Unido y la UE continuarán hasta el jueves

La octava ronda de diálogo para diseñar la futura relación entre el Reino Unido y la Unión Europea (UE) comenzó el martes envuelta en un clima de desconfianza, después de que Londres haya admitido que está dispuesta a violar el derecho internacional para alterar compromisos ya adquiridos.
Los equipos negociadores de ambos lados del canal de la Mancha mantendrán reuniones hasta el jueves en Londres para tratar de avanzar en los puntos más controvertidos que les separan, entre ellos los subsidios estatales y el reparto de cuotas pesqueras en aguas británicas tras el fin del periodo transitorio, el 31 de diciembre.
Esta ronda llega con escasas perspectivas de avances significativos, tras meses de bloqueo, y entre reproches mutuos por la falta de concesiones que faciliten un acercamiento, según ha nformado Euroefe.
Las relaciones se han envenenado aún más al desvelarse que el Gobierno británico ultima una ley que alterará aspectos del mecanismo ya pactado para asegurar que el paso entre las dos Irlandas se mantiene sin fricciones en el futuro.
Por otro lado está el problema de la frontera entre la región británica de Irlanda del Norte y la República de Irlanda, que debe seguir abierta tras el Brexit para cumplir con los acuerdos de paz de 1998, que estuvo a punto de hacer descarrilar el pacto de salida de la UE que se alcanzó, después de intensos debates, el pasado octubre.
El primer ministro británico, Boris Johnson, firmó aquel tratado con Bruselas después de años de conversaciones en los que la cuestión parecía irresoluble. Ahora, sin embargo, quiere revisar el funcionamiento de los mecanismos acordados de manera unilateral, a través de una ley de Mercado Interno que prevé presentar este miércoles.
Por otro lado, el negociador jefe británico para el Brexit, David Frost, ha urgido a la UE a mostrar “más realismo” si desea avanzar en el diálogo y a reconocer el estatus del Reino Unido como “país independiente” tras la ruptura.
Bruselas espera que Londres acepte aplicar normas similares a las del bloque comunitario en ámbitos como las ayudas estatales, la regulación sobre la competencia y estándares medioambientales para evitar que las empresas británicas compitan con ventaja.
El Reino Unido rechaza esa petición al considerar que comprometerse a cumplir leyes sobre las que no tiene ni voz ni voto iría en contra de su autonomía.
Michel Barnier, a cargo del equipo negociador comunitario, ha pedido por su parte a Londres mayor “flexibilidad” para acercar posiciones y ha advertido de que la UE no sacrificará sus intereses económicos y políticos “por el mero beneficio del Reino Unido”.
Ambas partes han establecido el límite temporal de mediados de octubre para comenzar a ratificar un acuerdo, o bien para acelerar los preparativos de una ruptura desordenada a final de año.
La ruptura definitiva de los lazos entre el Reino Unido y la UE se producirá el 31 de diciembre, cuando se agota el periodo de transición que se acordó en el tratado de salida.
Un divorcio abrupto levantaría barreras para el comercio de bienes entre ambos lados del canal y tendría profundas consecuencias en numerosos ámbitos, como los servicios financieros, el transporte y la cooperación en seguridad.