
Cuando se firmaron los Acuerdos de Madrid en 1953, entre España y Estados Unidos en materia de Defensa, nadie podía pensar que, sesenta y cinco años después, la base aeronaval de Rota, fruto de esos pactos, acabaría convirtiéndose en un elemento fundamental de la estrategia aliada en esta parte del globo. Y mucho menos que su alargada sombra hiciera disminuir la relevancia de la base británica de Gibraltar.
En 1958 la base de Rota ya era operativa y con el tiempo la pista de su aeropuerto alcanzaría los 3.600 metros y sus muelles de atraque los 2.400 metros lineales. Las instalaciones que Estados Unidos estableció en España tenían en principio como principal usuario a las Fuerzas Aéreas (USAF), pero eso cambiaría a partir de finales de la década de los 50. La Marina (USNavy) asumiría el rol principal, al menos en cuanto al uso de las instalaciones españolas en el marco de la disuasión nuclear, dado que Rota albergaría a partir de marzo de 1965 el 16º Escuadrón SSBN (submarinos con misiles balísticos intercontinentales) de la clase Lafayette.
Como consecuencia de la independencia marroquí, Rota igualmente pasa a albergar las instalaciones de comunicaciones norteamericanas hasta entonces ubicadas al sur del estrecho de Gibraltar. La salida de Francia de la estructura militar de la OTAN, en 1966, otorga a Rota mayor relevancia como base de apoyo de la VI Flota en el Mediterráneo, junto a Nápoles, mientras junto a Sigonella se convierte en base principal de los escuadrones de la lucha antisubmarina.
De forma temporal y por espacio de un año (1972-1973) un escuadrón de submarinos de ataque (SSN) norteamericanos también utilizó Rota como base de escala y de apoyo, al ser desplegados de forma imprevista y no disponer de otro buque nodriza más que el que ya operaba en Rota para el 16º Escuadrón SSBN.
Los submarinos con misiles nucleares intercontinentales (primero Polaris y luego Poseidón) permanecieron en Rota hasta 1979. En las negociaciones que finalizaron con la firma del nuevo Convenio de 1976, se llegó a plantear, aunque luego no se materializó, el abandono de todas las bases e instalaciones militares norteamericanas en España, a excepción de la base de Rota, que quedaba al margen de dicha posibilidad.
Aunque deja de albergar de forma permanente submarinos norteamericanos, la base sigue acogiendo de forma ocasional la entrada de este tipo de navíos tanto estratégicos como de ataque. La tensión en Oriente Medio de los años 70 y 80 contribuye a que la base no mengue su relevancia para la USNavy, además de como base a medio camino entre las costas americanas y los destinos operativos de sus buques, por su relevante rol de estación de comunicaciones marítimas y terrestres. En enero de 1981, las pistas de la base de Rota pasan a ser lugar de aterrizaje alternativo de la lanzadera espacial de la NASA.
Hasta mediada la década de los años 80, Rota fue, salvo alguna pequeña unidad española allí ubicada, una base utilizada casi exclusivamente por las fuerzas norteamericanas. Es a partir de septiembre de 1987 cuando el cuartel general de la Flota, hasta entones en Ferrol, se traslada a Rota y con él comienza la llegada de las principales unidades navales a sus muelles.
El Convenio de 1982 entre ambos países, que sustituye al de 1976, establece por primera vez de forma pública el máximo de fuerza permanente autorizado en Rota, fijado en 5.093 miembros de las Fuerzas Armadas USA, más 746 civiles. A estos habría que añadir una autorización para estancias temporales de 600 miembros más de la USNavy. En 1988, el nuevo Convenio (que es el actualmente en vigor), incrementa la cifra máxima de militares norteamericanos autorizados para la base de Rota a 5.250.
En 1998, las autoridades norteamericanas solicitan a las españolas los permisos necesarios para realizar obras de ampliación de cara a potenciar las instalaciones, sobre todo en las pistas de la basé aérea y en el muelle principal del puerto. Con anterioridad se habían llevado a cabo obras de dragado en las zonas de atraque. Informes internos norteamericanos señalaban que Rota era una de las seis bases aéreas más importantes de las que disponían en Europa. En enero de 2001 se concede la autorización para esa ampliación solicitada.
En abril de 2002 se establece el primer Protocolo de enmienda al Convenio de 1998, según el cual la presencia norteamericana en España queda reducida a dos bases: Rota y Morón. El personal máximo autorizado para Rota se cifra en 4.250 efectivos, mil menos que hasta ese momento, sin embargo el personal civil se incrementa sustancialmente hasta alcanzar el millar de personas. A estos hay que sumar las autorizaciones de personal temporal, que para la USNavy se cifra en 900 y para la USAF en 1.300, para ambas bases.
Por primera vez se cita, aunque eso no significa que no hubieran estado destinados con anterioridad, una unidad SEAL (operaciones especiales de la Marina) con base permanente en Rota.
El segundo Protocolo de enmienda al Convenio de 1998 (octubre de 2012) es de mucha mayor relevancia, dado que contempla el despliegue permanente en Rota de una Fuerza Naval de Despliegue Avanzado, formada por cuatro destructores de la clase ‘Arleigh Burke’, equipados con el sistema AEGIS de detección de misiles balísticos intercontinentales y de los interceptores SM-4. Esto supone un contingente de 1.300 marinos, pero que sumados a los ya presentes no superan el tope establecido por Convenio. A estos se suman unos 2.000 familiares que acompañan a los militares.
Para el comandante de las fuerzas navales norteamericanas en España en 2015, el capitán Greg S. Pekari, “la importancia de nuestra base [en Rota] no ha sido nunca tan relevante como hoy en día”. Para el general de Ejército, Fernando Alejandre, JEMAD español, “la base de Rota tiene una importancia crucial para las Fuerzas Armadas españolas y para la Alianza Atlántica”. Para el profesor Colom Piella, el valor de la base de Rota “en la estrategia española, aliada y estadounidense está fuera de cualquier duda”.
Si a esta trayectoria, a su actual utilización y a su ubicación geográfica se suma que el recinto de la base cuenta con 2.300 hectáreas, perfectamente delimitadas y no utilizadas en su totalidad, por lo que tiene capacidad de crecimiento, su relevancia y su potencialidad quedan fuera de toda duda. A lo que hay que sumar la capacidad de su entorno para absorber un incremento de población civil de acompañamiento considerable, dada la infraestructura de servicios existente.
Tanto desde el punto de vista operativo, por las características de su puerto y su aeropuerto, como de espacio físico y de apoyo logístico, la ventaja objetiva de la base de Rota respecto a la británica de Gibraltar resulta más que evidente.