Miércoles, 31 de Mayo de 2023
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Favorecidos por la guerra de la Independencia, los ingleses destruyen la Línea de Contravalación

  • Torre del castillo de Gibraltar, con puerto y aeropuerto al fondo
    Torre del castillo de Gibraltar, con puerto y aeropuerto al fondo
    Historia

    Al producirse la alianza hispano-británica frente a Napoleón, la primera medida que los ingleses adoptaron fue la de volar las fortificaciones militares españolas de La Línea de Contravalación. El 20 de enero de 1810 bajo la excusa de que los fuertes de San Felipe y Santa Bárbara pudieran caer en manos francesas, el gobernador de Gibraltar, general Campbell, los hacía volar por los ingenieros británicos. El jefe de esta unidad en la guarnición, teniente coronel Hollway, comunicaría al citado gobernador, en carta del 18 de febrero de 1810, el resultado de esta demolición, que dejaba abierto al expansionismo británico el camino Norte.

    El documento aludido fue reproducido en el Libro Rojo de Gibraltar, en 1965, y decía: “obedeciendo sus órdenes del 20 último de prepararme para destruir las líneas españolas, sus fuertes y sus baterías en la vecindad de esta guarnición, y las de 2 de los corrientes para comenzar tales operaciones, se tomaron inmediatamente las disposiciones necesarias y se dieron órdenes al teniente coronel Evall y al capitán Harding, de los Ingenieros Reales, para que fuesen adelante con la demolición por minado del fuerte de Santa Bárbara y San Felipe, lo que empezaron  a hacer en la mañana siguiente con los zapadores de la guarnición. En el 1º de los corrientes los oficiales y los empleados del arsenal empezaron la destrucción de la línea entre los fuertes”. Del mismo modo, al día siguiente los comerciantes y otros habitantes de Gibraltar se prestaron voluntarios para prestar sus servicios para el mismo fin, mientras los oficiales y marineros de la Royal Navy y los de un escuadrón portugués, con varios ingenieros y algunos zapadores, procedieron a destruir los fuertes y baterías alrededor de la bahía.

    Asimismo, fueron voladas las minas que se estaban construyendo en los fuertes de San Felipe y Santa Bárbara. Ambas fortificaciones eran las joyas de la línea militar construida de cara al Peñón.

    Los militares, con el refuerzo de civiles del Peñón, se desplazaron más al interior derribando los muros de contención del glacis, de los terraplenes de piedra y de los alojamientos de la Guardia de las líneas españolas, así como de otros fuertes.





    En el informe aludido, se resaltaba el resultado satisfactorio de la operación: “en lo que respecta a las minas que se construyeron para destruir estas importantes fortalezas de Santa Bárbara y San Felipe, he de dar cuenta del celo y las acertadas instrucciones del teniente coronel Evall y del capitán Harding, ayudados por el esfuerzo perseverante de los demás oficiales del Cuerpo de Ingenieros y de los grupos que trabajaron a sus órdenes, a través de este servicio”.

    A veces no se ha valorado suficientemente dicha acción. De la descripción del cronista sanroqueño Lorenzo Valverde, se deduce que, entre castillo y castillo, entre San Felipe y Santa Bárbara, existía “una muralla a la que llamábamos Banqueta y como a algo menos de la mitad del camino estaba, aún está (se refiere Valverde a 1848) el Principal de La Línea; allí había la Puerta del Rastrillo, por la que debían pasar los que iban y venían del Peñón, porque saltar por la Banqueta estaba prohibido con graves penas. Desde un castillo a otro, casi arrimados a la Banqueta, había cuatro cuerpos de guardia, uno era San Carlos, otro Santa Mariana, de los otros dos no me acuerdo su nombre. Por lo alto de esta muralla, a cortas distancias, había muchas y fuertes garitas”.

    Esa descripción nos da cuenta de la enorme importancia de la infraestructura militar destruida. De todo aquello sólo existen hoy modestos vestigios en la ciudad de La Línea, que debe su nombre a aquella estructura militar levantada frente a Gibraltar. Y por supuesto, ese otro nombre tan popular de una zona de dicha población: la Banqueta.

    Pero la destrucción realizada por los aliados británicos no sólo alcanzó a la importante Línea de Contravalación, con sus referidos fuertes. Los barrenos y picos de los ingenieros del ejército inglés redujeron a escombros el castillo de Tunara, en el mar de levante, el cuartel Buena Vista, que fue residencia del comandante general del Campo de Gibraltar, y que se hallaba en Campamento, así como el Hospital de Sangre, construido en esa misma población sanroqueña durante el Gran Sitio, y el Parque de Ingenieros, el de Artillería y el cuartel que había mandado construir el general francés Tessé para organizar la recuperación de Gibraltar al poco de ser ocupada la plaza por los ingleses.