
La escala de un nuevo submarino nuclear de ataque norteamericano en Gibraltar (el USS John Warner - SSN785) es un buen motivo para reflexionar sobre estas y otras actividades de la US Navy en el Peñón. Si la base, dependiente del Mando de Fuerzas Conjuntas británico, ha ido reduciendo lenta pero inexorablemente su relevancia, así como el espacio físico que dentro de los escasos límites geográficos de Gibraltar gestiona el Ministerio de Defensa (MoD), para la marina norteamericana ha sucedido algo parecido.
Según Ángel Liberal (Gibraltar: base militar, 2009) en los años 60 del siglo pasado, tres oficiales norteamericanos tenían su destino permanente en Gibraltar. A principios de la década del 2000, eran cinco y en 2004 eran ya seis. En 2005 se quedaron en tres de nuevo, hasta junio de 2006. Al frente de este pequeño contingente estaba un capitán de fragata de la US Navy que tenía su destino en Gibraltar como oficial de enlace (USNLO). A partir de junio de 2006, dicho destino dejó de desempeñarse en forma de residente y lo asumió un oficial con despacho en Nápoles (Italia).
Desde 2008, año en que cuatro submarinos y tres buques de superficie norteamericanos recalaron en Gibraltar, no se ha vuelto a producir nada parecido. Desde entonces, solamente se han contabilizado dos escalas como máximo en un mismo año (en tres ocasiones), arrojando el resto de los años escalas de uno o de ningún sumergible procedente del otro lado del Atlántico.
Tras más de dos siglos de utilización de la base gibraltareña por la US Navy, el interés norteamericano por Gibraltar abarca, igual que el británico, mucho más que las facilidades de sus muelles para escalas ocasionales. Las instalaciones de inteligencia de variada finalidad que alberga y que se distribuyen por distintas localizaciones de la roca son la joya de la corona. Y quizás sobre todas ellas, destaca el Martime Data Centre (MDC), que es la terminal receptora de los distintos dispositivos de escucha pasiva que recorren las profundidades del Estrecho, cuyo objetivo principal es localizar el paso de submarinos en inmersión.
Ubicado en Gibraltar pero proyectado e ideado por los Estados Unidos en plena Guerra Fría (hubo conversaciones para instalarlo en España, pero no cuajaron), perdió relevancia tras el abandono del Mediterráneo por parte de la flota rusa tras la caída de la URSS, aunque es posible que haya recobrado su importancia ante el regreso de los buques rusos al mare nostrum desde 2010, convirtiéndose de nuevo en permanente dicha presencia a partir de 2013.
Las escalas de buques norteamericanos en Gibraltar son ocasionales, como demuestran las estadísticas, han ido decayendo en la última década y se producen seguramente más por no abandonar esa costumbre entre viejos y estrechos aliados que por necesidad. De hecho, las entradas en la base naval de Rota de buques de la US Navy son infinitamente más numerosas, no solo porque cuentan en ella con mayores ayudas y apoyos logísticos, además de espacio físico, sino porque se trata de unas instalaciones mucho más discretas y seguras. Y esto último, para los submarinos nucleares de patrulla, es casi una necesidad.
Aunque contar con una base en la que poder recalar y avituallarse, casi sin pedir permiso, además de beneficiarse de la inteligencia que se obtiene desde las diversas instalaciones ubicadas en el Peñón, son unos beneficios difíciles de rechazar, la presencia militar norteamericana ha ido menguando en Gibraltar a la par que la británica. En esto también la alargada sombra de la base de Rota cumple su cometido.