
El alcalde de San Roque, Juan Carlos Ruiz Boix, va a proponer al Pleno de la Corporación, en su próxima sesión ordinaria del jueves 23 de febrero, que el edificio para la Residencia de Mayores del casco lleve el nombre de Nieves Villena.
La primera piedra de este edificio, con capacidad para 60 abuelos y que se ubicará en Huerta Varela, se pondrá en breve, y con esta propuesta se quiere distinguir a personas muy vinculadas con el municipio. La Residencia de Mayores del casco, con una inversión de 4 millones de euros y capacidad para 60 plazas, se ha adjudicado a la Ute Carbonell Figueras y Herysan.
Nieves Rico Villena es Hija adoptiva de San Roque desde 2001, y está considerada como la modista de la Semana Santa de San Roque. Mujer humilde y cariñosa. Su casa siempre ha sido un constante ajetreo de cofrades, de vecinos, “la casa del pueblo”, la llama ella.
Llegó desde Málaga al cortijo de Guadalquitón con corta edad, pero se siente de San Roque, la ciudad que la reconoció como hija adoptiva en 2001. En San Roque se casó, y nacieron sus hijos.
Su primera casa fue en un barrio tan popular como La Colorá y su Semana Santa es la sanroqueña, que vive de manera muy especial. Con orgullo recuerda que es cofrade veterana de la Virgen de las Angustias, “mi Virgen”. Su marido, persona también muy apreciada en la ciudad, falleció joven aún, teniendo que redoblar su trabajo en pro de la familia.
Es cumplidora, profesional, respetuosa con el trabajo de los demás. Le gusta ser puntual, tener los trabajos en su momento, aunque tenga que dedicarle todo el tiempo que haga falta. Y no es fácil. Tan soolo las túnicas del Cristo de la Buena Muerte llevan 700 botones y 450 metros de vivo blanco. Se trata de trabajos personalizados, que llevan su sello, cuidando hasta el más mínimo detalle, como los pliegues de movilidad de cada traje.
Tiene una mano especial para el encaje, y ha trabajado sayas en pleno invierno y sin calefacción, para evitar que, durante su elaboración, puedan arder piezas tan grandes. Otra faceta de Nieves Villena es su colección de cerca de 3.000 unidades de dedales, procedentes de lugares tan dispares como la Antártida o Ushuaia, en el extremo austral de Sudamérica. La mayoría son regalos de gente que la aprecia.